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16 de agosto de 2012

Por qué ya no viajo en taxi o Cherry


Ya desde hace semanas que lo había meditado junto con mi hermana: eso de tomar taxi para ir del centro de Coronado a la casa ya no prometía más.


Pero mandarse a pie esos dos kilómetros de subida a las 9 de la noche tampoco era una opción buena; y es que no había día en que no sucediera algo que, al bajarme del taxi no me hiciera decir "Mierda, mejor no me hubiera venido en taxi". Lo que sucedía la mayoría de las veces era que me cobraban una teja o dos tejas demás, y eso me enfurecía porque tenía rebuscar en la bolsa práctica del bulto donde por suerte siempre caen los vueltos que me da pereza meter en la billetera; otros días sucedía que el taxista resultaba ser un viejo desagradable que aprieta la maría desde que pongo el pie adentro del carro y que se hace el sordo cuando le digo "En esta esquina doblamos a mano derecha y me deja en la primera casa a mano izquierda" y se pasa por dos casas mi casa y me dice obtusamente "¿Aquí?" sin detener la maría mientras batallo con el menudo de la billetera sacando los usuales 1200 colones, pero que cuando levanto la vista veo que el jodido taxímetro va por 1285 (me está jodiendo si quiere que saque esos cochinos 85 colones que no se merece). Me bajo prometiéndome no tomar otro taxi coronadeño.

Y fue ayer cuando tenía que llegar volando a mi casa y decidí no ir en taxi, sino que en los carros que se estacionan al costado izquierdo de la terminal de Coronado, sí un "pirata". Caía un tremendo diluvio, así que no tenía chance del "¿Cuánto cobra a San Francisco" y escoger si me parecía el precio o no. Era subirme y atenerme. Lo hice y el hombre de mediana edad que conducía el verde auto hablaba por celular sin prestar atención a que había un cliente esperando ser atendido, así que solo dije "A San Francisco." El hombre iba discutiendo, hablando secamente de que ... no, y no, ella se queda ahí y punto. Ella me termina primero el año en ese colegio y después puede pasarse, pero a estas alturas del año no... dígamele a Cherry que yo digo que no, que ella no se manda sola, pa' eso tiene papá y yo digo que no... ¿qué? ah, no, usted como mamá hágame el favor de no pasarle más llamadas de Paola y esa gente, eso vagabundos que no terminaron el colegio y quieren que ella tampoco lo termine. No, no, ella se queda en Turrialba estudiando... esa Paola lo que quiere es traersela para que le cuide a los güilas, que se busque otra empleada, pero a mi chiquita no. Tirándome todo este drama no pretendía que el hombre colgara, era mejor que convenciera a su esposa de no dejar que Cherry se pasara de cole, así que me hice la poco-incómoda mientras veía por la ventana. El hombre colgó y me dijo atentamente "Disculpe, es que tengo una chiquita de 15 años que se quiere venir de Turrialba a acá pero ella tiene que terminar de estudiar ahí, tienen lo que se dice un futuro por delante..."
 -Claro, yo comprendo, y sí, es mejor que se quede allí... no creo que le convenga venir aquí.

En un taxi no llegó a pasarme esto nunca, porque lo que uno solo atina a escuchar es la güililla del radio con su Dos al veinte, dos al veinte... casa amarilla a la par de la plaza de Dulce Nombre.... ¿por qué nadie  responde? parece que estoy hablando con la pared...
Lo mejor de todo es que me cobró nueve tejas nada más. Dale Cherry, quedate en Turri.

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